Llevamos muchos años
oyendo hablar de la liberación sexual; se intenta creer ciegamente en que atrás
quedaron los años en el que el sexo era tan solo un “deber matrimonial”, y de
que atrás quedaron también todas nuestras insatisfacciones, tabus, miedos e inseguridades.
Pero lo cierto es que muchas veces esto solo lo logramos de puertas para afuera
y delante de los amigos.
¿Que es lo que nos hace falta a casi todos para mejorar nuestra vida sexual?
Comunicación, comunicación, comunicación, paciencia y respeto, mucho respeto.
¿Que es lo que nos hace falta a casi todos para mejorar nuestra vida sexual?
Comunicación, comunicación, comunicación, paciencia y respeto, mucho respeto.
Antes de nada, la base y lo más importante es
saber cuales son nuestras actitudes más personales e
intimas hacia la sexualidad.
1.
Actitud positiva: La tienen aquellas personas que
comprenden que la dimensión sexual es una fuente de riqueza que debe ser vivida
en plenitud. Estas personas, mantienen ideas positivas hacia lo erótico, se
comprometen personalmente en el cultivo de la sexualidad, son abiertas y
respetuosas hacia las demás opciones sexuales, no tienen dificultades para
verbalizar cuestiones relacionadas con el sexo, y consideran que la educación
sexual es muy necesaria. En definitiva son personas que se responsabilizan de
su propia sexualidad.
2.
Actitud negativa: La tienen aquellas personas que
tienden a pensar que todo lo relacionado con el sexo es peligroso, puede ser
perjudicial, puede provocar dolor y vergüenza… Surgen de ellas emociones
negativas asociadas tales como los sentimientos de culpa y los miedos y tienden
a pensar que la educación sexual es una cuestión demasiado delicada para tratar
en el día a día (por ejemplo por parte de padres a hijos), por lo que delegan
en expertos y se declaran incompetentes en esta materia.
Lo primero que tenemos que hacer si
nos interesa el trabajar o enriquecer nuestra vida sexual, es analizarnos a
nosotros mismos y determinar con exactitud que clase de actitudes tenemos hacia
la sexualidad. A partir de ahí, por supuesto queda un largo trabajo del que ya
se hablara en próximos artículos. Y recuerda que “el mejor fuego no es el que
se enciende rápidamente”.